Inexorable

No fue el olvido, sino la necesidad de encontrarme lo que me apartó definitivamente de ti. Pero de mi piel nunca se borró tu huella; estábamos condenados a no separarnos nunca. Intereses que se distanciaron con el tiempo (tic-tac), miradas que buscaban experiencias nuevas (tic-tac), cuerpos sedientos de separación….(tic-tac, tic-tac). Y, a pesar de todo, siempre conmigo y siempre en mí, como parte de mi ser, a pesar de todas las separaciones, de todas las cuerdas rotas, de todos los olvidos obligados… E incluso en el momento en el que el reloj dejó de murmurar (tic-tac, tic-tac), en el momento en que dejé de sentir mi propio ser, aún entonces te sentía fundido en mí.

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Un pensamiento en “Inexorable

  1. Yo fui la más callada
    de todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto.

    No me anunciaron lúbricas ceremonias sociales,
    ni las sordas campanas de ancestrales reflejos;
    mi ruta era la música salvaje de los pájaros
    que soltaba a los aires mi bondad en revuelo…

    No me cargaron buques pesados de opulencia,
    ni alfombras orientales apoyaron mi cuerpo;
    encima de los buques mi rostro aparecía
    silbando en la redonda sencillez de los vientos.

    No pesé la armonía de ambiciones triviales
    que prometía tu mano colmada de destellos:
    sólo pesé en el suelo de mi espíritu ágil
    el trágico abandono que ocultaba tu gesto.

    Tu dualidad perenne la marcó mi sed ávida.
    Te parecías al mar, resonante y discreto.
    Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos.
    Sobre mí te seguiste como el sol en los pétalos.

    Y caminé en la brisa de tu dolor caído
    con la tristeza ingenua de saberme en lo cierto:
    tu vida era un profundo batir de inquietas fuentes
    en inmenso río blando corriendo hacia el desierto.

    Un día, por las playas amarillas de histeria,
    muchas caras ocultas de ambición te siguieron;
    por tu oleaje de lágrimas arrancadas al cosmos
    se colaron las voces sin cruzar tu misterio…

    Yo fui la más callada.
    La voz casi sin eco.
    La conciencia tendida en sílaba de angustia,
    desparramada y tierna, por todos los silencios.

    Yo fui la más callada.
    La que saltó la tierra sin más arma que un verso.
    ¡Y aquí me veis, estrellas,
    desparramada y tierna, con su amor en mi pecho!

    Yo fui la más callada – Julia de Burgos

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