Juegas conmigo
a través del tiempo.
Sumerges mi cabeza bajo el agua
hasta que mis gritos,
sordos ante la inmensidad líquida,
te hacen reaccionar.
Me devuelves al presente,
¿hasta cuándo?
Sé que te gusta
agarrarme de la cabellera,
clavar tus uñas de sucios recuerdos
en mis frágiles entrañas
y llevarme atrás,
bien atrás,
no veo ni el inicio
que explicaría
mi a veces triste resignación.
Tu gran falacia al mostrarte
desprevenida y olvidadiza
de experiencias
pronunciadas en sus heridas
agudas en sus afiladas hojas.
No te creo.
Te agazapas,
me escudriñas,
bien de cerca,
no vaya a ser
que llame a mi puerta
engalanado de fuerza
tu antagonista,
reconfortado de alegría
ese que te desintegraría,
sin rabia sin hastío
con luz en su pecho
y los susurros de las otras cuerdas
que se mueven
que crean música
pese a tu insistencia
de retenerme
aquí,
seca inmóvil oscura
ante la sala que se abre
las personas que me impulsan
las diosas que me protegen
las estrellas que me guían.
Pese a ti.